jueves, 20 de noviembre de 2008

Algo que perder.

Perdemos el pelo. Guardamos las mañas.
Perdemos la capacidad de sorprendernos.
Perdemos la esperanza y el optimismo.
Perdemos las apuestas.
Perdemos las ganas, las fuerzas, el aliento.
Perdemos un hijo o una parte de nuestro cuerpo.
Perdemos la objetividad, la coherencia.
La tolerancia, perdemos.
La risa. La carcajada. El sentido del humor.
Perdemos el rumbo. La fé.
Perdemos kilos. Sumamos culpas.
Perdemos el verdadero sentido de las palabras. Sumamos culpas.
Perdemos días. Perdemos noches.
Perdemos amor en quien no lo merece.
Perdemos las cuentas. Perdemos recuerdos.
Perdemos la sinceridad hasta con uno mismo.
Perdemos a los viejos.
Perdemos la razón.
Perdemos el tiempo...
Pero ahí está siempre la vida, que nos sopla en los ojos para que una lágrima nos recuerde que vale la pena ser parte de su milagro hasta que llegue la última pérdida.

Sil.



Justina, hija de mi hermana Julieta.

Mi hermano Javier y su "producción" de mujeres: Ailén, Yaín y la pequeña Kayla.


El milagro renovado que nos perfuma.